viernes, 14 de diciembre de 2007

SEGUNDA PARTE: APOCALYPSE AND REBIRTH

Los cuatro éramos inseparables y cada uno a nuestra manera, queríamos mucho al resto. Ahora manejaba algo mejor mi poder, pero seguía siendo débil y nada útil en una batalla real. Aquel día, durante unos angustiosos momentos, las cosas estuvieron tensas, pero si os soy sincera, no cambiaría aquellas horas, ni por todo el oro del mundo. Entrenábamos junto al río, Clive me ordenaba que me tranquilizase, se suponía que debería ser capaz de evaporar algo de aquella masa acuosa, más no lo era, y me estaba desesperando, otra vez. Oímos un ruido, antes de aquello sólo había oído rumores, de manera que no me lo creí hasta que no lo ví con mis propios ojos: decían que había un grupo de gente poderosa, superviviente que no tenía poderes, pero contaban con los mayores avances tecnológicos, y ansiaban los poderes de aquellas personas de a pie.

La máquina se acercó a nosotros sin que la notásemos y empecé a saltar fogonazos, como siempre, Clive me estaba gritando algo, pero no me di cuenta de nada, simplemente caí hasta el fondo del ponzoñoso río y algo me atrapó, me quedé enganchada y no podía moverme, era tan irónico... había sobrevivido al fin del mundo y ahora mi vida se acababa de aquella forma tan estúpida. Mi alrededor se apagó de pronto, y cuando volvió a iluminarse mi maestro me tenía entre sus brazos, más cerca de lo que nunca había estado de él. Repitió mi nombre varias veces y cuando por fin se cercioró de que me encontraba bien me estrujó contra su rudo cuerpo. Se me saltaron los colores y todo, y no pude más que devolverle el abrazo.

Jonathan y Danielle llegaron al poco, para tranquilizarse tras que mi amiga curase mis heridas. Gracias a Dios que el hermano de Clive y la francesa no vieron aquel extraño suceso que acababa de producirse, pues me moriría de vergüenza. Sin embargo, aquel momento marcó un antes y un después en mi vida: me había enamorado de Clive irremediablemente, ahora era plenamente consciente de aquel hecho, y me sentía aterrada ante las posibilidades que se abrían ante mí. La actitud de él también había cambiado, y supuse que se debía a lo que había estado a punto de pasarme, pero, si me fijaba bien no había cambiado únicamente él, sino también Johny y Danielle, todos me cuidaban en exceso, y aquello era altamente sospechoso.

No me atrevía a hablarlo con los chicos, por eso decidí acorralar a la francesa y preguntarle, no saqué nada en claro, únicamente que todos estaban preocupados, sobre todo Clive, y aunque aquello me gustó, no logró convencerme, se me estaba ocultando algo, algo que era importante y que deseaba saber con urgencia. Si Danielle no me contestaba lo mejor sería hablar con el hombre que me había salvado aquel día, así lo hice, me encontré con Clive y se lo pregunté a bocajarro, tras un minuto de incómodo silencio se sinceró conmigo: aquellos tipos parecían buscarme a mí y al saberme muerta se fueron, no intentaron ni acercarse a él. Aquello me aterró, casi tanto como los brazos del alto hombre alrededor de mi empapado cuerpo cuando me rescató del río.

Un débil “¿Por qué a mí?” subió de mi garganta hasta mis labios y tuve que sentarme, mis manos cayeron en mi cara y empecé a sollozar, como una cría. Oí el suspiro de Clive y luego lo noté arrodillarse frente a mí, su manaza retiró las mías del lloroso semblante que ahora poseía y me secó las lágrimas con la mano que aún le quedaba libre.
- Chloé, no voy a dejar que te hagan daño, ¿de acuerdo?- ¿por qué tenía que decir esas cosas si luego me trataba de aquella manera? Como a una niña diez años menor que necesitaba refugiarse tras sus amplias espaldas. Me maldije por ser tan débil.
- ¿Por qué? ¿por qué necesito qué me protejáis siempre como a una niñita indefensa?- no hubiera deseado que me hiciese ninguna aclaración, pero las palabras escaparon de mi control y se dispersaron en el aire que corría a nuestro alrededor. Él sonrió, pocas veces lo hacía, de modo que verle así hizo que volviera a sonrojarme, hasta la raíz delcabello, era tan guapo, tan hombre y yo... yo era como una muñeca, sin encanto y sin atractivo. Me hubiera gustado desaparecer de aquel lugar, perderme en alguna cloaca, o de momento salir de su alcance visual, pero no pude.
- No te considero débil- se encogió de hombros, como si esa aclaración diera por resueltas mis dudas. Fruncí el ceño, que ahora tenía un aspecto horrible, entre las cejas unidas y las lágrimas parecía cualquier cosa menos bonito- creo que necesitas experiencia, nada más- asentí sin demasiado convencimiento y su mano viajó hasta mi mejilla, para acariciarla, ¿quién podría pensar qué un hombre tan solitario como Clive podría hacer unas caricias tan dulces?

Temblando como una hoja de papel cerré los ojos y dejé que aquella mano recorriera toda mi cara, las mejillas, la frente, la punta de la nariz, la frente, en determinado momento cayó sobre mi cuello, para subir hasta mis anhelantes labios. Después la alejó, para colocar aquella y la otra alrededor de mi cintura, me estremecí, pues nunca había tenido ocasión de estar así con nadie, y entonces ocurrió, mis labios no se sintieron solos mucho tiempo, pues los de Clive fueron a hacerles compañía enseguida, con suavidad dejó que nuestras bocas se acariciasen, y finalmente las entreabrimos, para permitir que nuestras lenguas se uniesen también al juego. Aquello era, con diferencia, lo mejor que me había pasado en cuatro años, había besado a otros chicos cuando aún existía el instituto, pero esto era completamente diferente, el mundo era distinto, y yo... era otra persona.

Mis brazos subieron lentamente por todo su pecho hasta rodear su ancho cuello. Aprisionó con más fuerza mi cintura y, sin dejar de besarme, se sentó frente a mí, pues continuaba de rodillas. Me sentía morir, en todos los sentidos, y él también debió notarlo, pues separó nuestros labios un segundo. Me temblaba todo el cuerpo, si debía pasar algo más estaba preparada, más él no lo sintió oportuno y únicamente me besó. Miré el cielo nocturno, estaba anocheciendo, y la verdad es que no era nada seguro quedarnos por allí. A paso lento llegamos hasta el refugio, ni Jonathan ni mi amiga se dieron cuenta de lo que había cambiado entre nosotros, pero esa noche dormí abrazada a Clive, él me estaba dando un tiempo que yo no necesitaba. En cualquier caso aquella noche lo único que compartimos fueron caricias y confidencias.

Ya nada volvió a ser igual, recuperé poco a poco la sonrisa y no me sentí sola nunca más, Clive seguía siendo serio, distante, pero yo era tan consciente de lo que compartíamos como que el mundo había acabado hacía ya cuatro largos años. Entrenábamos mucho más duro, y Danielle y Johny se unieron a nosotros y conocí el secreto mejor guardado de los Sanders: no eran hermanos de sangre, la familia de Clive había adoptado al joven cuando era un niño, más su relación solo podía ser de verdadera hermandad. Clive siempre cuidaba del melenudo, y éste tenía en su hermano mayor a su mejor amigo y a su confidente. Danielle y yo nunca tendríamos ese tipo de relación, pero era mi mejor amiga, y era la única familia que tenía, de modo que debía cuidarla también, porque aunque fuese peculiar, y a veces pareciese egoísta, ella también me quería, como a la hermana pequeña que nunca había tenido.

Últimamente se oían demasiados ruidos extraños, y sólo podía ser una cosa: aquellas máquinas habían vuelto a por nosotros, o en el mejor de los casos, a por mí. Estaba muerta de miedo, pero prefería mil veces ser sacrificada a que mis amigos muriesen por mi causa. Aquella noche lo hablé con Clive, que no parecía nada contento con mi decisión, menos piropos, de todo me dijo, y lo peor es que me echaba en cara que no era capaz de luchar, que me conformaba. Le empujé y me di la vuelta, al menos esa noche, no quería hablar con él. Él pareció pensar de modo similar, pues también me dio la espalda. No dormí mucho, iba a levantarme, sin embargo el hombre de gran estatura me atrajo hacía sí y me rodeó con los brazos, más cerca que nunca... besó mis labios, mi cuello, y cada fibra de mi ser, me hizo jurar que no me rendiría, que sería más fuerte que nunca, y asentí, mientras nuestros cuerpos y nuestras almas se transformaban en un solo ser, poderoso e indestructible. Entonces si me dormí, con la sonrisa dibujada en el rostro, con la seguridad de que viviría, uno, dos y hasta mil años si Clive sostenía mi mano. A cada momento me enamoraba más, y aunque nos estuvieran persiguiendo esas máquinas seguía viendo la luz al final del camino, porque él estaba a mi lado.

Tras varias noches de deseos hechos realidad y de incandescente pasión aquellas cosas mecánicas nos encontraron, y tal y como había dicho Clive venían a por mí, ¿qué tendría de especial en aquellos momentos de la historia una chica con poderes menguados en una sociedad en la que todos manejaban a las mil maravillas sus habilidades especiales? No tenía tiempo de plantearme esas cuestiones, pues aquellas máquinas que parecían sacadas de un cuento de terror me cerraban el paso. Mis manos sacudían lava de todos los colores, pero no era suficiente, pues una de ellas logró detenerme y apresarme: una especie de red cayó sobre mí y fui levantada por unas pinzas mecánicas entre mis propios gritos de frustración. Clive intentó alcanzarme, más fue totalmente inútil, sólo consiguió ser lanzando unos metros entre la chatarra. Sollocé en silencio, y vi como su figura se difuminaba entre los coches, que se alejaban, pues aquella red iba hacía algún lugar desconocido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la historia, asi que espero que siga adelante...

Aunque si he de quejarme por algo (siempre me quejaré por algo xD) es que las cosas me parecen que suceden algo atropelladamente, no se si me entiendes xDD

Ya hablamos chao

Shoichi Patrix Paradas Phoenix dijo...

Genialoso nena ^^
Te quelo!!!!!!!!!

Namarie.

Vilu dijo...

Conseguiste atraparme!
Pase del odio hacia las animadoras al cariño por este personaje^^

Espectacular!!

VIlu!*